jueves, 28 de abril de 2011

La literatura en la escuela

Lo más importante al hablar de la didáctica de la Lengua y la Literatura, son los objetivos que se pretenden alcanzar ya que éstos fundamentan la base de la metodología y el aprendizaje en el alumno.
Con el tiempo, dichos objetivos han ido cambiando ya que a finales de la Edad Media los fines eran la retórica y el arte del discurso y actualmente lo que importa es la implicación del alumno en esta materia, la comprensión que de ella se tenga y el placer y gozo que ésta le provoque.
Este cambio producido a partir de la década de los ochenta ha traído algunas consecuencias que conllevan la participación del estudiante, como son: el fomento del uso de la biblioteca escolar, programas de animación a la lectura, talleres literarios, actividades de interpretación oral, etc.
Es necesario que el adulto, y con ello no me refiero sólo a maestros, sino también a padres, hermanos mayores, abuelos y personas con niños a su cargo, tengan en cuenta las distintas etapas lectoras por las que todos pasamos a medida que crecemos.
Aunque parezca increíble, a partir de los seis meses ya podemos poner en contacto al niño con los primeros libros, eso sí, repletos de imágenes mediante las cuales se empezará a desarrollar el sentido estético. Más adelante, las fotografías y dibujos se irán haciendo más complejos, y podrán ir acompañadas de narraciones hechas por un adulto, de manera que el pequeño vaya asociando significados a aquello que ve.
Otra fase es la de 4-6 años, en la que el código escrito empieza a resultar familiar y aquí, sobre todo, interesan las historias fantásticas donde los personajes principales sean animales; es importante que las lecturas estimulen la imaginación y provoquen placer, nunca deben verse como una imposición por parte del profesor ya que así lo único que conseguiremos es que el niño aborrezca la literatura.
El paso final, se da en la Educación Primaria, desde los seis a los doce años, cuando se pasa de lo infantil a lo juvenil, es ahí cuando se define el carácter lector del individuo y se decanta más por un género u otro.
Como he dicho al principio, lo primordial es la implicación y el gozo de la lectura en el niño y, por ello, es básico tener claros los criterios a la hora de elegir un libro. Se debe valorar la calidad de éste, es decir, el tema, estructura, los valores que aporte, incluso el precio y, por supuesto, que todo esto se adecúe a la competencia del lector, a sus intereses, personalidad y nivel que presente.
Nunca debemos cerrar el amplio abanico de posibilidades que la literatura ofrece a nuestros alumnos, ya que de ese modo les estaremos negando la posibilidad de que ellos mismos elijan el género que más les gusta y atrae, provocando así que más de un niño se desanime al no hallar algo que realmente le apasione. La libertad de elección frente a la imposición es un punto más a favor para conseguir el objetivo que perseguimos.
Actualmente, tenemos la ventaja de los grandes avances tecnológicos, algo que también podemos llevar al campo de la literatura, siempre con prudencia. Se puede mostrar a un niño la vida del autor del cuento que tanto le gusta mediante una película, un documental o un dvd, de este modo le resultará mucho más entretenido que el método memorístico y monótono que se ha seguido tiempo atrás.
Internet es una fuente importante de información que puede enseñar mucho, pero debemos ser conscientes de que al igual que ventajas, también tiene desventajas, ya que no siempre es fiable y en numerosas ocasiones podemos poner a los niños en peligro, por eso es necesaria la supervisión de un adulto en todo momento, o los programas de control para menores. Mediante la red, podemos tener acceso a una biblioteca virtual donde se pueden intercambiar opiniones, o extraer información de autores visualmente o a través de grabaciones en audio.
Tenemos un concepto erróneo de literatura, ya que inmediatamente se nos viene a la mente la expresión y creación escrita pero, ¿y la oral? Puede que ese haya sido un problema, el no darle la importancia que debería puesto que a través de narraciones orales, recitaciones y dramatizaciones, podemos sensibilizar a los alumnos, desarrollar su creatividad y su sentido crítico que les lleve a su vez a querer adentrarse más y más en el mundo de las letras.
Tanta importancia como la oral, tiene la expresión escrita, puesto que también nos permite diversas maneras de jugar con los textos, recrearlos mediante modificaciones, cambio de personajes, elegir un final u otro, y una gran variedad de métodos lúdicos como son las adivinanzas, trabalenguas o acertijos.
Para concluir, me gustaría recalcar la interdisciplinariedad que conlleva la literatura, puesto que mediante ella podemos estudiar otros saberes como es el caso de la historia, a través de cuentos de tradición oral podemos abrir un diálogo sobre el modo de vida que tenían hace años y que se refleja en las historias que aún nos llegan, y así se encenderá en los niños un afán por descubrir e investigar por ellos mismos, y con ello lograremos nuestro objetivo: su implicación.

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